De manifiestos, ministras de cultura, escudos humanos y agentes sociales

Mientras leía sobre las intenciones que tiene el gobierno de tomarse la justicia por su mano sin tener que pasar por el engorroso trámite de tener un mandato judicial a la hora de tratar con las páginas de Internet, me venía a la cabeza la ley Corcuera, aquella ocurrencia tan ochentena y reaganiana que consistía en pegar una patada en la puerta y entrar en tu casa sin necesidad de pedir una orden judicial.
El caso es que parece que lo de aprender de los errores del pasado es algo que no le sienta bien a los ministros, ya que a la mínima, dejan salir el pequeño Mussolinni que llevamos dentro. Estaría bien que esta marcha atrás que parece que está tomando el gobierno significara también que fuese a rodar la cabeza de la ministra de cultura, algo que les vendría muy bien de cara a lavar la imagen, porque personalmente me parece que su nombramiento ha sido como poner a Txeroki como responsable de la lucha antiterrorista, ya que parece más una representante de la SGAE que una representante de los ciudadanos.

Este tipo de actuaciones no hace más que crear bandos irreconciliables y cada vez más radicalizados, de manera que poco a poco calará entre la sociedad la idea de que la propiedad intelectual es un concepto obsoleto y cuando eso ocurra poco podrán hacer contra ello quienes se supone que luchan por esos mismos derechos. Y este es un problema generado por una industria obsoleta, que en vez de emprender un camino de reconversión y modernización, se ha enrrocado y ha cargado contra el propio progreso de la sociedad, como si la industria de los coches a caballo pidiera que se prohibieran los motores de combustión porque ofrecen un servicio más rápido y barato. Y en esa guerra han utilizado como escudos humanos a los autores, para agitarlos como bandera. Y en esto son responsables los autores, alineándose precisamente con quienes llevan explotándoles décadas, algunos para mantener sus privilegios (A estos los entiendo, nadie quiere perder su tercera mansión en Miami), pero a la gran mayoría se me hace difícil verlos alinearse con quienes literalmente les roban por contrato sus derechos, no hace falta más que preguntar a los guionistas por sus condiciones laborales.

Aunque aun más irritantes son declaraciones grandilocuentes del tipo “Van a matar a la música”, cuando es ahora precisamente el momento de la historia donde una mayor cantidad de grupos se encuentra al alcance de una mayor cantidad de gente. Grupos que en otras circunstancias estarían condenados por culpa de un mercado controlado por unos pocos distribuidores que serían los que deciden que se oye y que no. Por no mencionar que los directos también han aumentado y es ahí donde los músicos sacan más dinero. En definitiva, siempre ha habido música, la hubo antes de esta industria que desaparece y por supuesto la habrá después. Lo que con suerte no habrá será un oligopolio de vendedores de plástico caro.

Otra cosa que también me hizo gracia de las noticias relacionadas con el tema en estos dos días ha sido la celeridad con la que la ministra se ha reunido con los “internautas”, como si esos con los que se reunió representaran a los usuarios de Internet. Tenemos por un lado a una ministra con urticaria por los procedimientos judiciales y por otro lado a unos que, aunque no se hayan autonombrado representantes de los usuarios, han actuado como “la voz del pueblo” por así decirlo, con unas credenciales que básicamente consisten en un manifiesto y tener blogs muy seguidos. Vamos lo que se dice un ejercicio de representatividad democrática. Cada día los interlocutores sociales se parecen más a los tertulianos de cualquier programa de Telecinco.

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