Jugando a las cartas en el cementerio nuclear

Últimamente parece que los candidatos a albergar en su pueblo un cementerio nuclear crecen como hongos (nucleares). Es algo chocante, porque estaba acostumbrado a ver como cada vez que alguien sacaba el tema se enarbolaba con furia la bandera del ecologismo, pero está claro que la crisis hace extraños compañeros de cama. Y cuando tienes la opción de generar puestos de trabajo en un momento como el actual, los habitantes de esas zonas empiezan a pensar y actuar de manera más pragmática.

Y es que por una vez y sin que sirva de precedente, yo estaría a favor de poner una de esas instalaciones cerca de mi casa. Entre otras cosas porque los controles de seguridad que pasan este tipo de instalaciones son muchísimo más rigurosos que los de las empresas “convencionales”, minimizando el riesgo de accidente en comparación. Todos sabemos que un accidente en una instalación de este tipo es muy grave, pero es lo mismo que con los medios de transporte, el avión es estadísticamente más seguro que el coche a pesar de la percepción de la sociedad que solo se fija en las catástrofes. Con esto ocurre algo similar, vivimos rodeados de centrales térmicas que están destrozándolo todo pero se centran los miedos en almacenes que solo son un problema si hay accidentes (que ocurren, pero con una incidencia baja).

Te dicen, “No a los almacenes nucleares” y yo me pregunto, bien vale, ¿Entonces que se hace con los residuos?, porque queda muy bien decir eso pero la realidad es que existen centrales nucleares que los están produciendo y si te opones a su construcción acabaremos tirándolos al contenedor de residuos orgánicos. Por no mencionar a los que dicen “energía nuclear si” pero en mi casa no, que ya es el colmo del cinismo y la caradura. “Desmantelemos las centrales” es la siguiente consigna, lo que lleva al primer punto además de a otros problemas añadidos porque a día de hoy las energías renovables no estás lo bastante avanzadas y las tradicionales como las térmicas contaminan bastante más que una nuclear, a pesar del riesgo que estas tienen. Porque a pesar del riesgo seguimos cogiendo los coches y aceptando las muertes en carretera como un producto del progreso.

Y sinceramente creo que la culpa de todo esto la tiene el ecologismo talibán. Como en todos los aspectos sociales, siempre existen sectores que se radicalizan en sus planteamientos y ahora estamos en un momento en que ciertos partes del ecologismo, normalmente los que más llaman la atención por el ruido mediático que hacen, están instalados en una especie de dogmas religiosos en base a sus propias creencias. Una especie de religión verde en la que prima una tecnofobia latente, por ejemplo, a poco que se mire por ahí, encontrarás a miles de estos tipos sosteniendo que las antenas de telefonía móvil son el gran satán, cuando en realidad no hay ni un solo estudio científico que corrobore ninguna de sus afirmaciones, ante lo cual simplemente se limitan a decir que mejor prevenir o que los científicos están compinchados con las compañías.

Un caso similar ocurre con el AVE que un siglo de estos llegará a Asturias. El otro día andaba una ecologista recogiendo firmas contra el trazado del AVE. Un trazado que no pasa por ninguna zona protegida ni de especial interés natural ya que prácticamente recorre vías de comunicación ya existentes, al margen de ir prácticamente soterrado debido a las dificultades orográficas. Son este tipo de actuaciones sin ningún tipo de argumento sólido más allá de sus creencias las que me hacen dudar cada día más de los que se hacen llamar a si mismos ecologistas porque cada vez me recuerdan más a los que se hacen llamar a si mismos ciudadanos de bien.

1 comentarios:

elalien dijo...

pues pienso igual que tú. Es muy fácil decir que no quieres el "cementerio nuclear" porque te salen zombis en el pueblo, pero a todos nos gusta cargar el móvil, leer blogs de madrugada y usar el wifi del vecino. Y sin energía...